En el rol de garzón o cocinero, preparando sándwich o suculentos asados de cordero, don Francisco Soto Orrego, es reconocido por estudiantes y compañeros como una gran persona.
“Gracias Universidad, te quiero mucho…”, dijo Francisco Soto en su despedida
Con un emotivo desayuno los funcionarios del Casino Central de la UACh despidieron a su compañero, don Francisco Soto Orrego, más conocido por la comunidad universitaria, especialmente por estudiantes de varias generaciones, como el querido tío Panchito.
En la ocasión fueron muchas las muestras de cariño y de sentimientos encontrados que manifestaron sus colegas por los lazos de amistad que estrecharon, pero a la vez conscientes de que Francisco se retira para un merecido descanso, después de trabajar en la Universidad Austral de Chile por más de 40 años.
“Me siento contento por haber pasado tantos años en una casa de estudios superiores tan grande como la Universidad Austral y me voy feliz por todo lo que adquirí estando aquí. Agradezco a toda la gente que conocí, a los Rectores y a todos mis compañeros de trabajo. Gracias Universidad, te quiero mucho”, dijo muy emocionado.
“Cuando llegué, él ya estaba aquí, así que es un gusto despedirlo. Él fue un gran trabajador, muy buena persona. Es muy buen momento para que se retire. Lo voy a echar mucho de menos, pero le deseo lo mejor en el nuevo rumbo que va a tomar: irse al campo a descansar”, dijo Misael Gutiérrez.
Magdalena Aguayo, Jefa de cocina, comentó “a todos nos llega el momento. Se va una persona que es trabajadora y le deseo lo mejor, porque sé qué hará lo que le gusta, que es trabajar en el campo junto a su señora”.
“Fue muy emocionante ver el cariño y reconocimiento de todos sus compañeros. Lo vamos a echar de menos porque era una persona importante de nuestro equipo. Él siempre estaba dispuesto a colaborar en lo que se necesitara y era como el papá de todos nosotros”, dijo Ingrid Oporto, administradora del Casino.
A la Universidad llegó como garzón, ganándose pronto la confianza de los jefes, trabajando según recuerda en forma directa con 8 ó 9 rectores en el salón azul, para atender a las visitas que llegaban en los 80’ desde el extranjero. También se ganó el respeto y cariño de los estudiantes, “los chicos me tenían buena y me decían: ‘ya tú te quedas’, para que ellos se pudieran ir más tarde. A eso de las 8 de la noche les decía, ya chicos tengo que irme. Se paraba uno en la mesa, y decía ‘ya chicos el Panchito se va, así que tenemos que retirarnos del casino’. Después entraban igual”.
La periodista Alejandra Rodríguez, estudiante de la UACh en los años 90 y actual Encargada de Relaciones Públicas de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, recuerda “se va un grande que desde su trabajo diario supo hacernos sentir acogidos y darnos calidez en las largas jornadas estudiantiles donde a veces no había recursos o espacios para estudiar o cumplir con las tareas académicas, pero don Panchito (y la mayoría del Casino para ser justa) hasta nos animaban”.
De esa época son también los asados que le encomendaban para fin de año en el marco de cenas o paseos de funcionarios, donde lucía su experiencia como experto en la preparación de estos platos.